Innovadores combinan semillas para obtener superalimentos
Carlos Octavio Blanco Nägele, gerente de la Unidad de Superfoods de la empresa ALPACASA (Alemán-Paraguayo-Canadiense S.A.), compartió detalles sobre los avances e impactos del proyecto Chiamé, una iniciativa que busca revolucionar la alimentación saludable mediante la combinación de dos superalimentos ampliamente reconocidos: la chía y el sésamo. Este proyecto innovador es apoyado por el PROINNOVA del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La iniciativa consiste en el desarrollo de un nuevo alimento funcional que aprovecha las propiedades nutricionales complementarias de ambos granos. “Buscamos crear un superalimento que pueda incorporarse fácilmente a la dieta diaria, manteniendo su valor nutricional de forma natural y con un sabor agradable al paladar”, explicó Blanco.
Para lograr este objetivo, el equipo técnico invirtió varios años en pruebas de tostado, molienda y descortezado, con el desafío de conservar los aceites naturales, la fibra y los micronutrientes esenciales presentes en los ingredientes. “Luego de validar la fórmula a nivel experimental, construimos una nueva planta equipada con tecnología especializada para llevar Chiamé a escala industrial”, agregó el gerente.
La inversión por parte del PROINNOVA fue de G. 744.000.000, que incluyó la adquisición de maquinaria específica y la construcción de un nuevo tinglado industrial. Esta expansión tecnológica no solo permitió el procesamiento integral de chía y sésamo, sino que también generó un impacto significativo en la estructura de la empresa, pues más de 25 puestos de trabajo directos fueron creados, distribuidos en producción, control de calidad y administración.
La nueva línea de producción opera en tres turnos diarios, lo que fortaleció la capacidad de exportación de ALPACASA. Desde el inicio del proyecto, la empresa logró diversificar su portafolio de productos, pasando de dos a seis variedades comercializadas. En los últimos doce meses, ya se han exportado 14 contenedores de 40 pies, con destino a mercados exigentes como Estados Unidos, Alemania, España, Holanda, Taiwán y países de Sudamérica.
“Hoy estamos vendiendo los ingredientes del Chiamé por separado, mientras buscamos alianzas estratégicas para posicionar el producto como tal. El mercado internacional ha recibido positivamente la propuesta, pero introducir un nuevo alimento funcional requiere tiempo y una fuerte inversión en educación al consumidor”, comentó Blanco.
Además del impacto económico, el proyecto genera beneficios sociales importantes, al integrar a productores nacionales de chía y sésamo en la cadena de valor. La compra de materia prima local dinamiza economías rurales y permite que las divisas provenientes de la exportación lleguen al interior del país.
Para asegurar la calidad y la competitividad internacional del producto, el personal fue capacitado en técnicas de laboratorio como medición de acidez, granulometría y control de aceites. “Las máquinas nuevas implicaron también una curva de aprendizaje para el equipo de producción. Hoy somos pioneros en la zona de San Pedro con esta tecnología”, explicó el directivo.
Chiamé representa así un caso de éxito de cómo la investigación, la innovación tecnológica y el respaldo institucional pueden transformar una idea en una oportunidad concreta de desarrollo productivo con proyección global.